Imagen: Herne
Autora: Lorelyne http://lorelyne.deviantart.com/
Siempre hablo de brujas, ¿verdad? ¿Qué pasa con los brujos? También
hay brujos y no los mencionas, me decís a veces en vuestros comentarios. Sí los
hay, os respondo. Están incluidos en mis textos, ellos siempre están presentes.
Aunque como la gran mayoría de quienes me leen son mujeres, siempre hablo en
femenino.
Pero...
Hoy quiero hablaros de ellos. Claro que hay brujos, en mi vida hay
unos cuantos. Es cierto que no muchos, su número es escaso, pero los pocos que
hay valen por cientos. Hay distintos tipos así como hay distintos tipos
de brujas, pero yo os voy a hablar de los que conozco.
De aquellos con
quienes comparto mi camino y de todos aquellos que son Hijos de la Diosa.
Reconozco que ser un brujo hoy día es difícil. Son hombres
íntegros, porque habiendo nacido dentro de un sistema patriarcal, han tomado la
decisión de romper con él y volver sus pasos hacia otro completamente
diferente. Han decidido mirar a los ojos a una Diosa
Mujer y han decidido
quedarse allí, entre esos brazos que no juzgan, que no ordenan, que no someten.
Simplemente esperan, pacientes, a que poco a poco vayamos encontrando el camino
hacia Ella.
En sus palabras se siente una emoción que pocas veces se ve en
otros hombres. Me cuentan cómo desde niños se sentían distintos, cómo algo
dentro les llamaba y buscaban un sentido a su vida más allá de lo que solían
hacer otros de sus amigos. Su forma de ver la vida, a la mujer, a sus amigas,
hermanas y madres y a la misma Naturaleza, era distinta del resto. Su forma de
entender cómo funciona este planeta, la religión, su percepción de la magia,
era distinta…
Son hombres
sinceros, porque para caminar por este camino y avanzar se requiere de ellos
una honestidad brutal. Primero tienen que enfrentarse a sí mismos y reconocer
que todo lo que les han enseñado desde niños está equivocado. Que el papel que
se espera de ellos y para el cual han sido preparados no es el rol para el que
han nacido.
Deben, por decisión
propia, despojarse de muchos comportamientos aprendidos, de ideas y prejuicios
que la sociedad nos inculca desde la cuna. Deben hacer un examen profundo de
quiénes son, de qué les sobra para convertirse en quienes quieren ser y
enfrentarse a sí mismos y a la Diosa a la que quieren seguir, desnudos.
Sólo
así pueden saber la verdad sobre el mundo y su lugar en él.
Son valientes, porque las brujas no abandonamos el mundo y nos
retiramos en clausura. Continuamos entre la gente. Nos relacionamos con nuestro
entorno y la mayoría de nuestros amigos y familiares no son paganos.
Requiere mucha valentía ser un seguidor de la Diosa en un mundo de
Hombres: enfrentarse con los hombres que les rodean día a día y a sus
comentarios y hábitos arraigados desde hace siglos requiere mucho valor y
coraje para combatirlos. Para demostrar que hay otras maneras de ser hombre.
Para exponerse al rechazo y desprecio de sus semejantes.
Son hombres
curiosos. Les interesa tánto el mundo interior de la mujer que se acercan a
nosotras como niños, con mil preguntas y un halo de sorpresa al descubrir lo
diferentes que somos. Lo iguales que somos también. La voz les vibra cuando
invocan a la Diosa, pero aún les vibra más cuando invocan al Dios, porque en la
figura del Señor Astado encuentran una afinidad que no han encontrado antes en
nada. Un Dios orgulloso de su naturaleza salvaje, fértil, libre y amante.
Esposo e hijo.
Siempre consorte junto
a Ella. De su lado y de su mano.
Un Dios al que no se le exige que cuide, que
provea, que sirva o domine. Simplemente ser su compañero, junto a Ella. En
libertad.
Y esa libertad brota en chispas de luz de los ojos de los brujos,
en los que se adivina la sombra verde del bosque en el fondo. En ellos se
aprecia la fortaleza de las antiguas piedras sagradas, la sabiduría de los
siglos que se hunde en el tiempo como las raíces de árboles milenarios. Y en
sus risas se adivina la frescura de la espuma de las olas cuando rompen en la
orilla.
Compartir unas horas de conversación con un brujo, es atisbar un
poquito de lo que la Humanidad podrá ser cuando se sacuda las ideas que la
encadenan.
Son artistas,
músicos, bailarines, artesanos, escritores…. Pero también son carpinteros,
informáticos, estudiantes, psicólogos, historiadores….
Su magia es
poderosa, como la nuestra. Y junta es fuerte y duradera. En los rituales emana
de ellos en oleadas suaves y potentes, ligeramente diferente de la nuestra pero
complementaria. Cuando se unen las voluntades de todos, se crea una energía
cálida y casi podría decir saciante. Como si hubiéramos conseguido
aquello a lo que aspiramos. Ser todos juntos, por encima de todo, personas.
Nuestros brujos tienen ahora una responsabilidad enorme sobre sus
espaldas. Nosotras llevamos mucho tiempo recuperando y reconstruyendo nuestros
ritos y nuestra identidad, pero sobre ellos recae la misión de ayudar a crear a
un nuevo Hombre. Son ellos los que tienen que guiar a las nuevas generaciones masculinas mostrándoles que hay otro camino. Diseñando ritos de paso basados en la
colaboración, el respeto y el amor y no en la lucha, la potencia física y el
dolor. Son ellos los que, con su ejemplo, abrirán nuevas sendas para otros. Y
es difícil, porque aquellos hombres que quieran acercarse a la Diosa tienen que
aprender lo que, en mi opinión, más le cuesta al Hombre debido a la forma en la
que se le ha educado: mostrarse vulnerable. Dejar caer todos los escudos y
defensas y acercarse a la Diosa con todas sus emociones y sentimientos a flor
de piel, con el corazón en la mano y decirle:
Toma. Es tuyo.
Porque esa será la forma en que lo recupere.
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