domingo, 28 de febrero de 2016

LO QUE TE HIZO ENGORDAR FUE EL SÍNDROME DEL ABANDONO


Quiero hablarte a ti, incluso a mí…

Y decirte, que ni una alimentación deficiente, ni la falta de ejercicio han provocado tus kilos de más.
Lo que te hizo engordar fue el miedo, el sentimiento de abandono, la falta de amor, la desvalorización, la desprotección, todo esto lo expresaste en impulsos inconscientes, y ellos se manifestaron como hábitos alimenticios deficientes.
Ten en cuenta que la finalidad de las experiencias dolorosas no es perdurar, sino enseñarnos su lección y luego disolverse… Sin embargo como tu sistema de drenaje emocional está averiado, has tratado, inconscientemente, de deshacerte de esos pensamientos y sentimientos por medio de la digestión, diciendo:
SI NO PUEDO PROCESAR MI TRISTEZA, QUIZÁ ME LA PUEDA COMER, SI NO PUEDO PROCESAR MI IRA, QUIZÁ SEA CAPAZ DE ENGULLIRLA….
Ese exceso de peso desaparecerá cuando esa niña interior que aún vive en el cuerpo del adulto, creciendo a través de la grasa, para ser reconocido y protegido por el adulto y se dé cuenta que el miedo pertenece al pasado y que ahora está a SALVO…

Esa niña interior dejará de crecer en forma de grasa corporal…
Quiero que sepas que la grasa es una expresión física de tu necesidad de poner distancia con los demás, esta grasa ha sido un muro para protegerte, una barrera, que tú mismo has creado.

Te propongo que derribes los ladrillos de ese muro de grasa, para así darle paz y libertad emocional a tu niño interior…
Esos ladrillos hoy, ya no te sirven, esos ladrillos que tienen nombre y se llaman: Vergüenza, Rabia, Miedo, Rencor, Injusticia, Protección, Separación, Agotamiento, Estrés, Complejo de inferioridad.
La grasa que te quitas de encima había penetrado en tu consciente antes de acumularse en tu cuerpo, y cuando el peso desaparezca de tu mente, abandonara también tu cuerpo…


Fuente: Centro Internacional de Reiki


lunes, 8 de febrero de 2016

No te enamores.




No te enamores de una mujer que lee, de una mujer que siente demasiado, de una mujer que escribe… 




No te enamores de una mujer culta, maga, delirante, loca.








No te enamores de una mujer que piensa, que sabe lo que sabe y además sabe volar; una mujer segura de sí misma.



No te enamores de una mujer que se ríe o llora haciendo el amor, que sabe convertir en espíritu su carne; y mucho menos de una que ame la poesía (esas son las más peligrosas), o que se quede media hora contemplando una pintura y no sepa vivir sin la música.

No te enamores de una mujer a la que le interese la política y que sea rebelde y sienta un inmenso horror por las injusticias. 



Una que no le guste para nada ver televisión. 



Ni de una mujer que es bella sin importar las características de su cara y de su cuerpo.


No te enamores de una mujer intensa, lúdica, lúcida e irreverente. 



No quieras enamorarte de una mujer así. 



Porque cuando te enamoras de una mujer como esa, se quede ella contigo o no, te amé ella o no, de ella, de una mujer así, JAMÁS se regresa…


Poeta Dominicana: Martha Rivera Garrido.







¿Qué utilidad tiene la intuición salvaje para las mujeres?



"Como el lobo, la intuición tiene garras que abren las cosas y las inmovilizan, tiene ojos que pueden ver a través de los escudos protectores de la persona y orejas que oyen más allá del alcance del oído humano. 

Con estas formidables herramientas psíquicas la mujer adquiere una astuta e incluso precognitiva conciencia animal que intensifica su feminidad y agudiza su capacidad de moverse confiadamente en el mundo exterior."

"Si deseas recuperar a la Mujer Salvaje, no permitas que te controlen."


Fragmento del libro “Mujeres que corren con los lobos” de Clarissa Pinkola Estés.


jueves, 4 de febrero de 2016

La mujer en el amor después de los 40




La mujer en el amor después de los 40

“Cuando una mujer toma la decisión de abandonar el sufrimiento, la mentira y la sumisión. Cuando una mujer dice desde el fondo de su corazón: ‘Basta, hasta aquí he llegado’. Ni mil ejércitos de ego y ni todas las trampas de la ilusión podrán detenerla en la búsqueda de su propia verdad.

Ahí se abren las puertas de su propia Alma y comienza el proceso de sanación.El proceso que la devolverá poco a poco a si misma, a su verdadera vida.  Y nadie dijo que ese camino sea fácil, pero es ‘el Camino’.

Esa decisión en sí, abre una línea directa con su naturaleza salvaje y es ahí donde comienza el verdadero milagro”.

Mujeres que Corren con los Lobos. Clarissa Pinkola-Estés.

La mente y el alma tienen sus propios ciclos y estaciones que recorren diferentes estados de actividad y de soledad, de buscar y encontrar, de descansar, de pertenecer e, incluso, de desaparecer.

“Cuando una mujer madura, las relaciones con ella son diferentes. Incluso la relación que tiene consigo misma va un paso más allá”

Digamos que alrededor de los 40 es cuando una mujer siente una necesidad que no puede dejar de atender: la de regresar a sí misma. Este es el punto emocional en el que aprendemos a saludar a nuestros recuerdos en el momento oportuno, a bailar y a calmarnos con ellos.


Es el momento en el que se ama el alma más allá de nuestras equivocaciones y de lo terrenal. A partir de estas edades, amando a nuestros semejantes se descubre un corazón sereno con sangre ardiente que nos ayuda a comprender qué clase de criaturas somos, con nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Porque todos las tenemos a ambas y eso no es malo, sino todo lo contrario.


La vuelta a la casa del alma significa hacernos conscientes de todo lo que ha acontecido en nuestra vida anterior y resolver aquellos conflictos creados en los ciclos previos a la madurez.”

“El amor maduro…     
El amor maduro significa unión a condición de preservar la propia integridad, la propia individualidad. 
Erich Fromm”

No es fácil madurar en el amor, pero una vez que lo logras nace un gran amor por ti misma que se basa en la dignidad y en el respeto. Estos valores, a partir de cierta edad y ciertas vivencias, suelen articular el resto de cariños de los que nutrimos a nuestro corazón.
Una mujer madura va más allá en su capacidad de amor cuando comprende que la verdadera transcendencia del sentir ajeno se resume en cómo se contempla a sí misma y a sus cambios.
Con el tiempo, el mundo femenino irradia una pureza que se ve amenazada por una sociedad corrupta que hace que las mujeres corran a buscar un refugio en sí mismas, no para huir cuando algo se pone difícil, sino para afrontarlo.
Entonces encuentran que su verdadera casa no está en ningún lugar alejado del mundo, sino dentro de ellas. De alguna forma, el amor maduro es consecuencia de un proceso de individualización que puede llegar a resultar muy doloroso.


Puede que este nos llegue antes o después, pero para todas está precedido de unos años de distracción y descarrilamiento de nuestra identidad emocional. O sea, ese no “saber dónde estás y cuál es tu lugar en el mundo” que todos conocemos.

Sea por ingenuidad, por no prestar atención o por ignorancia, el proceso de madurez nos ha hace sufrir el robo de una piel que nos envolvía, la cual creíamos nuestra y a la que nos aferrábamos con fuerza.

“Este sufrimiento por la pérdida de su piel le hace a la mujer convivir durante un tiempo con una parte de ella incompleta, lo que le ayuda a fortalecer su verdadero recubrimiento emocional.”

Es decir, que este robo se alza en cada caso como la oportunidad de recuperar unos tesoros tan únicos y propios como son los dos pilares de la liberación emocional: la determinación y el amor propio.
Como resultado, la mujer alcanza una gran sabiduría que le hace vivir y amar de manera diferente, única y trascendente. De alguna forma, es capaz de hidratarse y reconstruirse a sí misma, sintiéndose enteramente ella englobada en su interior.

“Como dicen, toda mujer alienta una vida secreta y una fuerza poderosa llena de buenos instintos, creatividad y sabiduría que encierra el gran poder de un territorio aún sin explorar: el fantástico mundo de la psicología femenina.”




Cuerpo de Bruja, Cuerpo de Mujer.

Alholomesse: Robert Kraiza


Cuerpos hermosos en rituales hermosos.

Si os fijáis, en casi todas las páginas que hablan de espiritualidad femenina y el mundo de la mujer, se enfatiza en que la belleza está en todas.  Que toda mujer es bella y que debemos sacudirnos de encima las imposiciones que nos han inculcado desde niñas sobre cómo debemos ser físicamente para ser consideradas hermosas, y por ende, merecedoras de amor, respeto y admiración. Nos dicen que no debemos obsesionarnos con ser perfectas, porque ya lo somos y que el ideal de belleza impuesto no es accesible para la mayoría porque es irreal.


Hasta aquí muy bien, pero lo que me sorprende y entristece es que, la mayoría de las veces, las imágenes que acompañan estos textos u otros de diversa índole pero en relación con estos temas, nos muestran a brujas, hechiceras, chamanas, magas, mujeres libres, etc. delgadísimas, etéreas, lánguidas, esbeltas, jovenes… ejemplos perfectos del canon irreal que se está denunciando.

Colors of autumn: Igor Artyomenko

Puede que haya brujas así


Autor: Hua Hong

Y así… Pero la mayoría de las que yo conozco no son así.

¿Por qué? Si estamos tratando de escapar de esa trampa y de enseñar a otras a salir de ella, ¿Por qué continuamos exponiendo esos ideales tan perjudiciales? Si mi idea de la Diosa fuese una muchacha lánguida, muy delgada, frágil, que “come como un pajarito”… no podría creer en ella. No podría porque para mí, representa a un ser débil y sometido a la tiranía de su propio físico. Excluyo aquí a todas aquellas mujeres que son delgadas por que su naturaleza es así, delgadas pero sanas y fuertes porque es su constitución. De lo que hablo es de todas esas mujeres que pierden la mayor parte de su tiempo (y su salud) en intentar tener un cuerpo imposible porque no somos elfas, ni sílfides, ni hadas, ni ninguna clase de entidad elemental, metáforas de la naturaleza y compuestas de energía. Somos MUJERES, y nuestros cuerpos son el reflejo de la Madre Tierra en la que vivimos y de la que estamos hechas. Fuertes, cálidas, nutricias, protectoras. Estamos hechas para ser Madres, ya sea de hijos, obras, ideas, arte… Somos creadoras y sustentadoras. Y no podemos serlo si estamos débiles porque no ingerimos las calorías necesarias, o porque centramos todo nuestro potencial en contarlas para no sobrepasarnos. Además, es una lucha perdida de antemano en la mayoría de los casos, porque la mujer está programada biológicamente para almacenar grasa en previsión de embarazos y lactancias en épocas de carestía. Al luchar contra nosotras mismas le estamos enviando a nuestro cuerpo el mensaje de que todo lo que sabe sobre supervivencia humana está equivocado. Y el cuerpo, que es sabio y no nos cree, se rebela, porque por suerte sabe mejor que nosotras lo que nos conviene.

Mi idea de la Diosa es la de una mujer fuerte, ni esbelta ni obesa. En equilibrio. Sin una delgadez enfermiza que la inutilice ni una obesidad perjudicial para su salud. Con pechos amplios, vientre redondeado, muslos robustos y caderas anchas, plena. Y en su aspecto de Madre, embarazada, es toda ella redonda. Hermosa y llena de curvas provocadas por la grasa que guarda para alimentar con ella a su bebé mientras se forma en su interior y posteriormente durante la lactancia.

Querer luchar contra esto es luchar contra cientos de miles de años de evolución.

Yo he tenido la suerte, en cierta forma, de ser una mujer yo-yo. Muchas os identificaréis conmigo. He estado a ambos lados de la balanza. Mi peso ha oscilado en 20kg más o menos. He llegado a pesar 70kg y he llegado a pesar 45, con todas las etapas intermedias. Y mido 1.54cm, así que os podéis hacer una idea. Y he dicho bien, he tenido la suerte porque esto me ha permitido aprender muchísimo sobre mi misma, y sobre la gente que me rodea.
Lo primero que aprendí es que por mucho que mi cuerpo cambie, yo soy la misma persona. Mi esencia como mujer es la misma, mi personalidad, mis gustos, aficiones, intereses, pensamientos, mis sentimientos, afectos, anhelos y sueños son los mismos. Lo que me hace ser la persona única que soy sigue ahí. Intacta. Pero para el exterior… Desde el exterior ya no soy la misma. Ni se me ha mirado igual, ni me han tratado igual, ni me han “respetado” igual. La percepción que la gente (sobre todo hombres) tenía de mí cambiaba muchísimo según fuese mi aspecto exterior. Y he de reconocer que tuve la gran, pero gran, suerte de pensar que eran los demás los que estaban equivocados. No yo. Soy yo quien mejor me conoce, quien sabe cómo soy realmente. Si yo me quiero, pese lo que pese, y me considero una mujer interesante, inteligente y  maravillosa sea cual sea mi aspecto, son los demás quienes están completamente equivocados. Así que dejé de darle importancia a lo que los demás pensaran de mí. Aunque al principio no fue fácil, fui una niña muy delgada hasta la pubertad, cuando llegaron los kilos y los primeros insultos. A los 17 adelgacé, y todos los que antes me habían rechazado e insultado ahora me buscaban. Mi reacción fue de furia y desprecio por todos ellos. Poco a poco fui aceptando y comprendiendo, y lo que sentía por toda esta gente se convirtió en compasión. Porque mientras yo me iba conociendo y analizando (a mí y a ellos), ellos continuaban perdidos. Ellos no veían más allá de un físico mientras yo veía todo un mundo de posibilidades y maravillas. 

Sé que no soy una rubia tonta, con la cabeza vacía y objeto sexual cuando estoy delgada, y tampoco soy una gorda molesta, o invisible. Son los demás quienes pierden mucho al juzgarme de acuerdo a sus propios prejuicios. Me pierden a mí.

Y os pierden a todas vosotras, todas aquellas que no encajáis en el estereotipo de belleza impuesto. Pierden a grandes mujeres, sabias, cariñosas, muy capaces y válidas.

Una Wooddruff

Las brujas que yo conozco son así, mujeres aparentemente normales, con toda la magia del mundo en su mirada. Maduras. 



Elder
Matthew Stewart
Ancianas



The Witch
Nana “Sturmtochter”


Bellas y seguras de sí mismas.

Sé que seguiré siendo una mujer yo-yo. En las malas épocas de mi vida adelgazo, en las buenas engordo. Soy muy sensual. Me gusta todo lo que estimule mis sentidos, y la comida estimula el gusto. Me gusta comer. Disfruto comiendo. Como disfruto con la música, con perfumes, con el tacto de cosas suaves, caricias, abrazos, el viento en mi piel, el agua fresca en un día de verano, observando la belleza, el arte, amaneceres, crepúsculos, bosques en otoño… Soy sensual y siempre lo seré. Y si me sobran unos kilos no pasa nada, como vehículo físico de mi alma que es, cuidaré mi cuerpo para que mantenga un equilibrio razonable, ya que no estoy haciendo apología de la obesidad y llegará un momento en el que me sobrarán menos. Pero seguiré siendo yo.
Y eso es lo importante.

Espero que poco a poco cada vez sean más las mujeres que escapen de la esclavitud de la perfección física y nuestros artículos y publicaciones estén acompañados de la imagen de mujeres de toda clase, delgadas, gordas, atléticas, fuertes, redondas, angulosas, porque todas somos maravillosas y todas somos la encarnación de la Diosa. Todas, ya somos perfectas.

Tú que me lees, eres perfecta.


Cory Loftis

Hermosas, redondas y bellas, así somos las Brujas.











Ellos. Los brujos.

Imagen: Herne Autora: Lorelyne  http://lorelyne.deviantart.com/

Siempre hablo de brujas, ¿verdad? ¿Qué pasa con los brujos? También hay brujos y no los mencionas, me decís a veces en vuestros comentarios. Sí los hay, os respondo. Están incluidos en mis textos, ellos siempre están presentes. Aunque como la gran mayoría de quienes me leen son mujeres, siempre hablo en femenino. 

Pero...

Hoy quiero hablaros de ellos. Claro que hay brujos, en mi vida hay unos cuantos. Es cierto que no muchos, su número es escaso, pero los pocos que hay valen por cientos. Hay distintos tipos  así como hay distintos tipos de brujas, pero yo os voy a hablar de los que  conozco. 

De aquellos con quienes comparto mi camino y de todos aquellos que son Hijos de la Diosa.

Reconozco que ser un brujo hoy día es difícil. Son hombres íntegros, porque habiendo nacido dentro de un sistema patriarcal, han tomado la decisión de romper con él y volver sus pasos hacia otro completamente diferente. Han decidido mirar a los ojos a una Diosa 

Mujer y han decidido quedarse allí, entre esos brazos que no juzgan, que no ordenan, que no someten. Simplemente esperan, pacientes, a que poco a poco vayamos encontrando el camino hacia Ella.

En sus palabras se siente una emoción que pocas veces se ve en otros hombres. Me cuentan cómo desde niños se sentían distintos, cómo algo dentro les llamaba y buscaban un sentido a su vida más allá de lo que solían hacer otros de sus amigos. Su forma de ver la vida, a la mujer, a sus amigas, hermanas y madres y a la misma Naturaleza, era distinta del resto. Su forma de entender cómo funciona este planeta, la religión, su percepción de la magia, era distinta…

Son hombres sinceros, porque para caminar por este camino y avanzar se requiere de ellos una honestidad brutal. Primero tienen que enfrentarse a sí mismos y reconocer que todo lo que les han enseñado desde niños está equivocado. Que el papel que se espera de ellos y para el cual han sido preparados no es el rol para el que han nacido.

Deben, por decisión propia, despojarse de muchos comportamientos aprendidos, de ideas y prejuicios que la sociedad nos inculca desde la cuna. Deben hacer un examen profundo de quiénes son, de qué les sobra para convertirse en quienes quieren ser y enfrentarse a sí mismos y a la Diosa a la que quieren seguir, desnudos. 

Sólo así pueden saber la verdad sobre el mundo y su lugar en él.

Son valientes, porque las brujas no abandonamos el mundo y nos retiramos en clausura. Continuamos entre la gente. Nos relacionamos con nuestro entorno y la mayoría de nuestros amigos y familiares no son paganos.  Requiere mucha valentía ser un seguidor de la Diosa en un mundo de Hombres: enfrentarse con los hombres que les rodean día a día y a sus comentarios y hábitos arraigados desde hace siglos requiere mucho valor y coraje para combatirlos. Para demostrar que hay otras maneras de ser hombre. Para exponerse al rechazo y desprecio de sus semejantes.

Son hombres curiosos. Les interesa tánto el mundo interior de la mujer que se acercan a nosotras como niños, con mil preguntas y un halo de sorpresa al descubrir lo diferentes que somos. Lo iguales que somos también. La voz les vibra cuando invocan a la Diosa, pero aún les vibra más cuando invocan al Dios, porque en la figura del Señor Astado encuentran una afinidad que no han encontrado antes en nada. Un Dios orgulloso de su naturaleza salvaje, fértil, libre y amante. Esposo e hijo.

Siempre consorte junto a Ella. De su lado y de su mano. 

Un Dios al que no se le exige que cuide, que provea, que sirva o domine. Simplemente ser su compañero, junto a Ella. En libertad.

Y esa libertad brota en chispas de luz de los ojos de los brujos, en los que se adivina la sombra verde del bosque en el fondo.  En ellos se aprecia la fortaleza de las antiguas piedras sagradas, la sabiduría de los siglos que se hunde en el tiempo como las raíces de árboles milenarios. Y en sus risas se adivina la frescura de la espuma de las olas cuando rompen en la orilla. 

Compartir unas horas de conversación con un brujo, es atisbar un poquito de lo que la Humanidad podrá ser cuando se sacuda las ideas que la encadenan.

Son artistas, músicos, bailarines, artesanos, escritores…. Pero también son carpinteros, informáticos, estudiantes, psicólogos, historiadores….

Su magia es poderosa, como la nuestra. Y junta es fuerte y duradera. En los rituales emana de ellos en oleadas suaves y potentes, ligeramente diferente de la nuestra pero complementaria. Cuando se unen las voluntades de todos, se crea una energía cálida y casi podría decir saciante. Como si hubiéramos conseguido aquello a lo que aspiramos. Ser todos juntos, por encima de todo, personas.

Nuestros brujos tienen ahora una responsabilidad enorme sobre sus espaldas. Nosotras llevamos mucho tiempo recuperando y reconstruyendo nuestros ritos y nuestra identidad, pero sobre ellos recae la misión de ayudar a crear a un nuevo Hombre. Son ellos los que tienen que guiar a las nuevas generaciones masculinas mostrándoles que hay otro camino. Diseñando ritos de paso basados en la colaboración, el respeto y el amor y no en la lucha, la potencia física y el dolor. Son ellos los que, con su ejemplo, abrirán nuevas sendas para otros. Y es difícil, porque aquellos hombres que quieran acercarse a la Diosa tienen que aprender lo que, en mi opinión, más le cuesta al Hombre debido a la forma en la que se le ha educado: mostrarse vulnerable. Dejar caer todos los escudos y defensas y acercarse a la Diosa con todas sus emociones y sentimientos a flor de piel, con el corazón en la mano y decirle:

Toma. Es tuyo.
Porque esa será la forma en que lo recupere.